viernes, febrero 17, 2012

Enero 2012

Llevo un mes feliz.

No quiero decirlo muy alto, no sea que se rompa el hechizo...

Llevo un mes feliz, desconcertante también, intenso...

Intentando relajarme, intentando romper los muros que yo misma he construido, los que me han protegido, y me han permitido seguir adelante a pesar... A pesar de todo...

Y está costando.

Mi corazón se ha acostumbrado a latir suave, para no sentir.

A replegarse cuando alguien intentaba acercarse demasiado, para no sufrir.

A esconderse detrás de la ironía y el sarcasmo, para no mostrar.

Y ahora se estremece con cada ladrillo que cae, y se esconde un poco, asustado por la luz, y se encoge, por que siente el aire fresco por primera vez en mucho tiempo y ya no lo conoce.

Luego asoma un poco, con curiosidad por ver que hay fuera...

Pero aún no he conseguido que quiera salir, ni que deje de temblar y esconderse cada vez que oye una palabra amable, o siente el calor de un abrazo.

Tendría que pedir perdón a todos aquellos que alejé de mi lado, por sentirme incomprendida, por estar en construcción, porque seguir cerca de ellos me hacia sentir aún más sola... Y me alejé sin siquiera avisarles, sin darles una oportunidad, sin explicarles...

Pero aún no sé si conseguiré salir, ni soy la misma que entonces, ni cuánto durará...

Llevo un mes feliz... Y no acabo de creérmelo.

viernes, diciembre 23, 2011

Mañana es Nochebuena...


Noviembre eterno, Diciembre... Navidad, otra vez Navidad, otra vez recorrer las calles iluminadas...

Madrid está bonito vestido de gala, pero imposible.

Los coches parados en las calles se convierten en parte del mobiliario urbano, sonrío al pensar en sus pasajeros envejeciendo dentro, con largas barbas blancas y telarañas en los asientos.

Avanzo por la Gran Vía, resignada al ritmo de la acera, sin pretender adelantar, sin perder el paso de los que me preceden. Los escaparates quedan a un lado, nadie los mira demasiado, y las luces, más austeras este año, ayudan a vencer el frío, como las bufandas, como los gorros y los guantes, parece que el ambiente es más cálido a su lado.

He debido perder el ritmo porque ya es la segunda vez que chocan conmigo y pasan bufando a mi lado.

Mañana es Nochebuena.

Un nuevo bufido hace que me aparte, quedo pegada a la pared, en un hueco protegido por una farola.

Mañana es Nochebuena.

No he querido ni pensarlo este año.

Es un tiempo triste la Navidad, las ausencias son aún más evidentes, es tiempo de echar de menos...

Recuerdo navidades antiguas... y las añoro.

Recuerdo las mañanas de Reyes, la ilusión, la emoción contenida, la magia... y me gustaría que volvieran.

Recuerdo a los que ya no están... y se me hace un nudo en el estómago.

Una señora me toca el brazo al pasar:

- “Niña, ojo con el bolso” – y se aleja.

El dolor vuelve con intensidad y hace que tiemble, apoyada en la pared... es tan fácil perderse en las ausencias...

El frío me obliga a moverme y busco un sitio en la acera, para seguir avanzando con la multitud.

Miro las luces y sonrío:

Madrid está bonito vestido de gala... pero imposible.

viernes, febrero 04, 2011

Otra vez...

Justo ahora. Cuando el corazón empezaba a relajarse. Cuando luchabas por sonreír. Cuando empezabas a confiar en que las cosas podían cambiar. Cuando te esforzabas por creer que con el año nuevo la vida sería distinta.


Justo ahora vuelve a pasar lo mismo. Una vez más. Un año más.

Y sólo puedes hacer una cosa. Lo de siempre. Posponer tu vida. Dejar a un lado lo que quieres hacer para ocuparte de lo que tienes que hacer, porque, como siempre, el tiempo corre en tu contra.

Volver a oír cómo todos te dicen lo que debes hacer. Cómo debes organizarte. Qué es lo mejor para ti. Qué es lo mejor para ellos.

Volver a escuchar a tu conciencia, es la única con la que vas a vivir siempre, la única a la que no puedes esquivar, la que marca el camino.

No te veo triste a pesar de todo. Algo ha cambiado en tu mirada, en tu forma de encarar las cosas. No sé si es frialdad, experiencia, distancia. Veo más determinación... te veo distinto. Espero que no sea muy duro, espero que no duela demasiado, espero que sigas adelante, apretando los dientes, levantando la mirada, tirando de coraje... porque sé que puedes hacerlo.

Me gustaría que fuera la última... aunque sé que no lo será.

martes, noviembre 02, 2010

Llueve

Las vi pasar corriendo, entre risas, intentando alcanzar un autobús que ya estaba en marcha. La más joven se cubría el pelo moreno con una carpetilla de plástico rojo, la mayor corría con los brazos extendidos, recibiendo el agua sobre su cara. El autobús aceleró, pasó por un enorme charco, y el agua las alcanzó sin posibilidad de escape.


En un principio las dos quedaron quietas, silenciosas, sorprendidas. Un segundo después la mayor soltó un taco, y empezó a reír, mientras agitaba las manos, como si pudiese descargar algo del agua que la empapaba.

A su lado, la joven se quedó quieta, los hombros caídos, y un incipiente temblor en sus labios furiosos, aferrando la carpeta, mojada desde los pies hasta el flequillo. Seguí su mirada, por ver hacia donde dirigía su enfado, y para mi sorpresa, no miraba al autobús, sino a su acompañante.

- ¿Eres idiota?

Está gritando. Su amiga se ríe abiertamente, y no contesta.

- ¿Pero no ves lo que ha pasado? ¡Estamos empapadas!

Ella ríe de nuevo, sacude la cabeza y contesta:

- No es cómo caemos lo que nos hace fuertes, sino cómo nos levantamos...

- Brrrrrrrr

Bufa y se aleja, enfadada, esquivando los charcos en su camino...

La mayor me dedicó una sonrisa antes de correr tras ella.

viernes, octubre 01, 2010

Volver a ser tú

Te observo desde lejos. Miras fijamente algún punto del edificio naranja que tienes delante, sin verlo. Apoyada en la pared, no me oyes acercarme. Hablamos, pero sólo una parte de ti está a mi lado, escuchándome. El resto debe navegar entre la tristeza, la incertidumbre y la soledad, por la expresión de tu cara y por lo mucho que te conozco, no hace falta que me cuentes cómo te sientes.
~
Hace muchos noviembres que no eres la misma.
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No quisiste compartir tu tristeza, haciendo de ella un dolor íntimo y profundo, que apenas puedo comprender. Sé cuando te golpea con fuerza:
...algunas fechas...
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...algunas estaciones...
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...algunos olores...
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...algunas canciones...
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...algunas personas...
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... hacen que tu mirada sea un poco más profunda, y que te alejes un poco más del mundo. Y no puede decirse que estés demasiado cerca en ningún momento: ya no te apoyas en mi hombro cuando viajamos en coche, ni dejas que te abrace cuando hace mucho tiempo que no nos vemos, hace tiempo que no veo a nadie coger tu cintura...
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Pero no terminan ahí los cambios, has perdido la capacidad de hacer planes, la capacidad de hacer cosas, la confianza en tu poder para alcanzar nuevas metas... andas sin rumbo...
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Me gustaría saber cómo ayudarte, me gustaría saber cuál es el camino para llegar hasta ti de nuevo, cuál es la llave que abre tu corazón, aunque sólo sea para dejar salir todas las lágrimas que no has derramado... que no has querido derramar a mi lado, para que puedas volver a vivir con alegría, para que puedas, simplemente, volver a ser tú.

martes, septiembre 28, 2010

Maestros de la vida cotidiana

Hoy he aprendido algo valioso de una niña de quince años. Bueno, me mataría si oyera que hablo de ella como una niña...
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Me ha enseñado una parte de mí que no conocía, que no me ha gustado, y, más aún, me ha hecho ver cómo puedo cambiarlo. Me ha recordado cosas que ya sabía, pero que tenía olvidadas por comodidad. Digamos que ha provocado un cambio de paradigma en mí. Y lo ha conseguido con sólo un par de frases.
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La lección ha sido importante, pero sobre todo me ha hecho pensar en las personas que nos enseñan con su actitud, con su forma de hacer las cosas, de tratar a los demás, de enfrentarse a los problemas, de ser cada día como son.
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Y ellos no se dan cuenta.
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El último año la vida me ha puesto a tiro a algunos de estos maestros, me han enseñado lecciones valiosas, y aún ando aprendiendo de ellos, pero... shhhhh... ellos no lo saben...
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Vaya desde aquí mi agradecimiento a todas esas personas, esos maestros de la vida cotidiana, que esperan en cada parada de autobús, en cada comercio pequeño, en cada rincón de todas las ciudades del mundo.
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Maestros anónimos ¡Gracias!

miércoles, octubre 14, 2009

Tan lejos de mi

A veces los recuerdos te asaltan, sin previo aviso, y sientes que el corazón se detiene en el instante entre dos latidos... Entonces, la distancia entre nosotros es tan grande, que tus ojos no me ven. Y cuando veo las lágrimas resbalar por tus mejillas, siento que ni el abrazo más fuerte, ni el beso más cálido, harán que regreses a mi lado.